miércoles, 9 de febrero de 2011

Supuestos teóricos para la búsqueda de elementos comunes en la articulación de un proceso de Evaluación Institucional como garantía para una educación de Calidad. (Tributo a Cecilia Correa)

El iniciar una construcción de un estado del arte, implica sumergirse hoy día según el ámbito de investigación tanto en certidumbres como en paradigmas  transformantes, por tanto la capacidad del investigador está en responder desde la jerarquización de sus fuentes, los soportes de las mismas y la capacidad para legitimar  el objeto investigado; por ello no es gratuito que al aprehender la categoría de educación, se desprenden múltiples variables entre ellos, la necesidad de delimitación del mismo. Es a nuestro juicio hacia donde metodológicamente apunta la producción de la Doctora  Cecilia Correa de Molina, quien ha transitado con una voluminosa producción a nivel local, nacional y por que no decirlo en el ámbito internacional. Siempre con la pretensión de articular los discursos a la medida de los tiempos , con un enfoque centrado no solo en lo que establece consensuadamente  en los diversos  entes internacionales como la Unesco, sino con la sapiencia de lo que el contexto  también genera, con el conocimiento de lo que la cultura Caribe tributa.
Incursiona en los últimos años en  un campo que hoy día se legitima por un prestante sector de intelectuales a nivel internacional “ La gestión y evaluación de la calidad”, en tanto que otro sector se mueve en la sospecha por la polisemia del concepto Calidad y sus implicaciones para la educación, es decir un instrumentalismo más de la educación. Sin embargo sus fuentes logran trascender el reduccionismo en  el que algunos críticos han querido sumergir las mismas categorías bajo un autoctonismo  anacrónico del proceso educativo; pues bien señala  la autora  “ Una educación de calidad le debe apuntar tanto a los procesos como a los resultados, atendiendo la diversidad del contexto de partida de sus estudiantes, prestando atención a los factores de exclusión y fomentando actitudes y compromisos de inclusión.”, a renglón seguido se manifestará en los elementos que hacen de la escuela un centro eficaz y eficiente, propone algunos elementos que nos atreveríamos a señalar sin que con ello  se constituya en  una reseña de  la obra de la Doctora.  En ese orden de ideas cabría señalar la coherencia que ha mantenido la autora en relación a su método, si bien históricamente ha cuestionado con argumentos claros la mitificación de autores en didáctica y epistemología por su fuerte tendencia racionalista e instrumentalista, no menos cierto es la visión prospectiva y por tanto en Gestión y evaluación de la Calidad no hay excepción. Interesante la postura pues se ventila la aprehensión de la evaluación como fenómeno de carácter investigativo de allí que es posible dar cuenta de elementos comunes con otros autores, tales es el caso a nuestro juicio de los tópicos  propuestos por Gento Palacio con su modelo de escuelas de calidad total. Estos son:
+ Satisfacción de los usuarios, que para el caso, los identificamos como comunidad institucional de derechos, los cuales están legitimados por una doctrina constitucional y un servicio ofertado.
+  Fortalecimiento de sus procesos académicos: los cuales se asumen bajo la directriz entre otras categorías, en los informes de la UNESCO, el PRELAC, PROMEDLAC. Dichas fuentes ponen

en contexto la pertinencia, la relevancia, la equidad, en fin  plantean una educación como derecho, por tanto cobertura y calidad deben articularse en la prestación del servicio educativo. 
+ Participación de todos los actores involucrados en el proceso de formación: No menos importante es esta consideración de la autora, sin embargo queremos nutrir un poco más esta variable teniendo en cuenta también los insumos de Alejandro Tiana Ferrer, Antonio Bolívar, entre otros, al considerar desde el punto de vista contractual el servicio a ofertar y el servicio recibido y para ello es vital considerar la evaluación tanto como proceso como por resultados, supone  lo anterior,  evaluar desde la concepción interna,   como atendiendo a la dirección externa, si bien  Tiana es partidario de las dos concepciones, Bolívar le apuesta a la revisión basada en la institución; nuestra autora opta por un empoderamiento de los actores internos y la configuración de redes dinámicas e instancias externas para trascender en los procesos de evaluación y habilitar el centro en el cumplimiento de un grupo de estándares y asegurar su acreditación y tendiendo puentes entonces para la certificación.
+ Fortalecimiento de los procesos administrativos, considerando el mismo como un proceso soporte para el servicio educativo, del mismo se desprende la autoevaluación como insumo de primer orden, pues se considera la misma como escenario donde todos los miembros de la comunidad se pronuncian para la posterior toma de decisiones. He allí la trama esencial del valor agregado de la obra, pues la misma nos ha permitido preguntarnos:
¿De qué manera fortalecer metodológicamente el proceso de evaluación institucional, como herramienta para el aseguramiento de la calidad educativa en el Distrito de Barranquilla?
Ante la misma consideramos que un proceso de Evaluación Institucional, puede organizacionalmente tomar los principios de un SGC y con él, la aplicación de un ciclo PHVA, seguidamente trascender el concepto de proceso bajo el círculo de calidad total, es decir no solo establecer  la instrumentalización del dato, sino que bajo la consideración constitucional, pero ante todo ética, brindar los resultados que contractualmente se han pactado, ello implica un servicio que de cuenta de las diferencias individuales,  independiente de la denominación del centro, pues el   responde a su diversidad y contexto pero a su vez existe un hilo conductor de mínimos comunes: Derechos Humanos, trabajo en equipo, inclusión, pertinencia, relevancia. Dicho en otros términos, el proceso de evaluación institucional nos debe conducir a un replanteamiento o fortalecer e incluso a desaprender ciertas estructuras y modos mentales, pues los saltos cualitativos nos dicen que ya no podemos seguir conociendo bajo las mismas estructuras escolásticas  de la educación.  Le apuntamos  a un proceso de E.I. no aún método o procedimiento de  apaga fuegos sino, a una dimensión procesual y de resultados, pues los insumos de la mismas deben orientarse al planteamiento de procesos investigativos, es así que la dinámica de E.I no puede seguir supeditada a un cumplimiento inconsecuente para la toma de decisiones, pues observamos que no hay seguimiento de la eficiencia y la eficacia en las acciones que se toman, de allí se desprende la inminente necesidad de empoderar a todos los miembros de la institución para la E.I. Si bien un ente  externo puede contribuir con el ejercicio, no menos cierto es el papel del que internamente está siendo consecuente con lo presupuestado;  al decir de Correa Molina “Los tiempos de las personas aisladas, de los grupos incomunicados y de las organizaciones individualizadas ha quedado en el pasado”, por tanto es necesario la construcción de redes de comunicación entre núcleos e instituciones para dar cuenta de los adelantos, propuestas y limitaciones en las E.I. pero al tiempo posibilitar portafolios  de capacitación hacia aquello que podría considerarse como crítico.  Es en el marco operativo donde metodológicamente el PEI, se constituye con sus dimensiones en el instrumento de mediación para asegurar la calidad, pues cada una de sus áreas de gestión se consideran como insumos para la evaluación, es en el PEI donde se establecen los quehaceres misionales, la pertinencia epistemológica, el sentido de la práctica educativa, la articulación de referentes internacionales con lo micro y viceversa.
Siguiendo el hilo conductor de Correa de Molina ¨ Este foco llama la atención sobre la necesidad de fortalecer la cultura de la autoevaluación y del compromiso por los resultados  integrando las diversas miradas de la comunidad educativa que promueve la escuela, la cual no puede fortalecerse y lograr su posicionamiento si la comunidad carece de canales de participación y expresión de opiniones, puntos de vista acerca del contenido y sentido de la formación que imparte la institución.¨  Si bien es cierto que en nuestra producción se evidencia con mayor énfasis el concepto de EVALUACIÓN INSTITUCIONAL, no menos cierto es que existen muchos elementos en común con lo de autoevaluación, pues consideramos que esta hace énfasis desde el punto de vista organizacional a lo que se denomina Revisión Basada en la Escuela; en tanto que para nuestro propósito, articulamos tanto la evaluación interna como la externa, esta segunda podría adelantarse a partir de pares académicos  o centros de estudios certificados que bajo un proceso sistemático y riguroso, evidencie el servicio de calidad que un ente dice ofertar.
La Doctora Cecilia Correa de Molina, intelectual y baluarte de Caribe colombiano siempre ha expresado que sus obras no constituyen un fin acabado, son ante todo pretexto para iniciar procesos de investigación, son ellas consecuencia del safricio y manera altruista de contribuir desde el campo universitario a dar cuenta de lo que el contexto nos dice. Su postura emergente ha permitido el dialogo entre pares académicos pero a su vez la interventoría In situ del quehacer pedagógico como ejercicio netamente investigativo.

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