sábado, 5 de febrero de 2011

La Evaluación Institucional Como Herramienta Pedagógica en el Fortalecimiento de la Calidad Educativa.

                                                                                                                                                   
Abstract.
This work puts us face to systematic reflection of the impact of institutional evaluation, as a process of participatory management and a facilitator in improving the quality of education in official institutions in the district of Barranquilla. Furthermore, it invites to the assessment of the various input provided by this process to the articulation of plans and educational activities, adjusted to the needs of contest in a development perspective. In that order of ideas the quality of education is conceived as an attribute of a collective construction aimed at the transformation and continuous improvement of the structural and educational aspect of school management in educational establishment strengthening, openly in all school community stakeholders, analysis, review and updating of the practices of the classroom, the school gradually consolidated in the dimension of PEI.
Key words.
Institutional assessment, educational quality, institutional education project, participative management.
El presente  trabajo nos pone de cara hacia la reflexión sistemática del impacto de la Evaluación institucional, como proceso de gestión participativa y mediadora en el mejoramiento de la calidad del servicio educativo en las instituciones  oficiales del Distrito de Barranquilla. Así mismo, invita  a la valoración de los diferentes insumos que brinda este proceso, para la articulación de planes y acciones educativas, ajustadas a las necesidades  de contexto en una perspectiva de desarrollo. En ese orden de ideas, se concibe la calidad educativa como un atributo de  construcción colectiva orientada a la transformación y el progreso continuo de los aspectos pedagógicos, estructurales  y de gestión escolar en los establecimientos educativos, fortaleciendo  de manera abierta en todos los actores de la comunidad escolar el análisis, revisión y actualización  de las prácticas de aula, consolidando gradualmente la escuela en las dimensiones del PEI.

Palabras Claves:   Evaluación Institucional, Calidad Educativa, Proyecto Educativo Institucional, Gestión Participativa.

Dentro de la gestión administrativa y misional en los procesos educativos, sobresale la evaluación  institucional como herramienta que sirve para afianzar logros, transformar dificultades, evidenciar aprendizajes y propiciar el mejoramiento de los establecimientos educativos.  Ahora bien en ese sentido, no se  puede desconocer que se ha trascendido en el sector educativo oficial del Distrito de Barranquilla, en la conceptualización de evaluación institucional, como  práctica de cumplimiento a un requerimiento hacia  la aprehensión de la carta del 91 (Art. 67); sin embargo aún  se nota  en el entorno local,  marginalidad tanto en el uso de los productos que generan los procesos evaluativos institucionales como también, limitaciones hacia la construcción de una ruta consecuente de calidad.
Lo anterior, se ratifica en  la fluctuación de las políticas públicas educativas de los diferentes planes de desarrollo propuestos por los tres últimos Gobiernos Distritales; los bajos resultados históricos en cinco años de las instituciones oficiales  del Distrito en materia de pruebas de Estado (ICFES - SABER), la poca  producción de experiencias significativas de transformación pedagógica, los índices de reporte de evaluación institucional y PMI, al igual que la sus procesos de seguimiento.
Así pues, todo ello se refleja en las instituciones educativas, dado que se  construyen prácticas evaluativas precarias, centradas en la obtención cuantitativa y cualitativa de información acerca de las gestiones del PEI, que se filtra, categoriza y socializa; empero, su impacto como elemento de entrada de alta prioridad  para  la planificación estratégica y mejoramiento continuo para el  año siguiente resulta poco significativo, dado que culminado cada ejercicio evaluativo anual, emergen  las mismas tendencias en cuanto a las debilidades y oportunidades de mejora, fracturándose el proceso de análisis de los datos, la toma de decisiones en los diferentes estamentos y el seguimiento de dichas tendencias en el funcionamiento institucional.  A esta situación, se añaden elementos  relacionados con  el poco manejo técnico de las guías y orientaciones reglamentarias, sobre cómo trabajar estos procedimientos, lo que lleva a un débil diagnóstico   sobre las prácticas pedagógicas que declaran estas instituciones.
Finalmente  aparece como factor desencadenante al problema, el  carácter fragmentado que se viene operando desde la trazabilidad histórica de cada evaluación, puesto que sólo los docentes y no el resto del personal, participa en el diseño y ejecución de esta práctica que atañe a todos los actores, reduciendo la discusión de un verdadero estado del arte del servicio educativo. (Se reduce a un enfoque funcionalista).
A partir de este panorama y bajo la perspectiva del paradigma crítico social; el trabajo de investigación orientó sus esfuerzos hacia la movilización conjunta con todos los actores  hacia la redefinición de la evaluación institucional como proceso pedagógico; todo ello llevó a revelar las siguientes reflexiones con una mirada prospectiva.
En la dimensión de la evaluación en educación, es fundamental  focalizar la mirada crítica hacia  lo que se ha denominado autoevaluación  participativa, entendida ésta como un proceso continuo y sistemático capaz de generar transformaciones  internas como de carácter externo, al  tiempo, se concibe la misma   como formación,  es decir como la posibilidad a través de la cual se da forma a las disposiciones y cualidades tanto de los procesos suscritos,  como de  los actores que hacen parte de la misma, todo ello bajo un prisma de mejora interna y continua.
Lo anterior, implica el desarrollo colectivo de un conjunto de criterios  que permitan la articulación de  los principios  de control y legitimidad que están presentes cuando de evaluación educativa se trata. Es decir, desde los referentes de  gestión administrativa,  estatal y política, aparece la rendición de cuentas; en tanto que desde la legitimación, la acción de mejora interna, logrando incluir  a sus actores; por otro lado,   de manera prospectiva y a mediano plazo,  resulta fundamental concebir a la evaluación institucional como una herramienta pedagógica que invierte la tradición política: Desde la escuela hacia el Estado. A partir de estos puntos claves entonces,  la autoevaluación institucional se da como consecuencia de una movilización de actores y cambios sociales dando un nuevo sentido en la relación de coherencia entre necesidades de los estamentos de la comunidad educativa, contexto, los productos y resultados,  orientando el  empoderamiento docente  como agente de cambio  en el ámbito curricular, en las dimensiones de gestión y organización; generando entonces comunidades de pensamiento que transforman y decantan conocimientos. Para lo anterior la gestión configura los tiempos y espacios,  para idear y legitimar la institución que se desea, su inclusión en la propia autoevaluación despierta un sentido ético de responsabilidad en cuanto a su rol como agente que interactúa en un momento esencial y que soporta un compromiso de movilizar los paradigmas por donde transita el quehacer evaluativo. Ahora bien, si nuestro educador solo lo limitamos a una participación desde su episteme como visión fragmentaria de la educación integral y marginamos su participación a otras esferas del PEI, es vital la capacitación del mismo sobre las implicaciones de su percepción y acción hacia toda la institución.
Señala Weiss (1973) que la” naturaleza de la evaluación es política, pues quienes emiten juicios valorativos son hombres, ciudadanos, actores; de allí que tanto objeto, objetivos, métodos y procedimientos entre otros poseen una utilidad para el contexto, para los actores, para los involucrados”.
 De acuerdo con el análisis realizado, podemos observar que existe una complementariedad: Una evaluación institucional interna, capaz de generar valor agregado en el ámbito formativo y de mejora continua y sistemática; al tiempo, una evaluación externa para obtener de la misma un conjunto de datos para decodificarlos y emitir un estado de cuentas o un conjunto de resultados que podrían servir de marco de comparaciones entre otros escenarios, procesos y actores.  Con estos referentes, es claro dar cuenta del uso de la evaluación institucional y obtendríamos manifestaciones que señalan los principios de una evaluación democrática, que si bien es cierto en este contexto poco se ha explorado, no menos cierto es que esta también está en posibilidad de trascender dimensiones tales como:
ü  Clarificar el horizonte institucional a partir de cada uno de los procesos implicados en el PEI.
ü  Es una mediación pedagógica entre actores, procesos, contexto y producto.
ü  Establecer prioridades a partir de lecturas de necesidades.
ü  Aportar elementos que genere interpelación y consenso.
ü  Reformular parámetros del servicio prestado: Procesos, acciones.
ü  Ilustrar a los usuarios sobre el impacto que conlleva la participación al interior de un ámbito educativo.
Como consecuencia de todo el proceso, el uso de los resultados generados por la evaluación institucional o autoevaluación debe constituirse desde  la apertura a todos los actores, su pronunciamiento en el ágora y su posterior proyección a través de lo que se ha recorrido. Dentro de las formas como las evaluaciones recogen sus datos, está la utilización de indicadores, la complejidad de los informes según categorías o dimensiones, la focalización de programas, proyectos, estudio de casos, entre otros; sin desconocer la posibilidad de aprehender la meta evaluación.




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