miércoles, 9 de febrero de 2011

MEDIACIÓN COGNITIVA Y MEDIACIONES PEDAGÓGICAS


Edgardo Rafael Sánchez Montero
Reinaldo Adolfo Rico Ballesteros (HGL)
Abordar el fenómeno educativo para el siglo XXI en América Latina no solo  responde  a procesos coyunturales de  modas y/o tendencias, sino  a una necesidad reflexiva y sistemática, pues la misma implica abordar aquello que la modernidad nos ha legado y lo que la globalización nos arroja; ello es, de los paradigmas de la certidumbre a lo que se ha denominado modernidad líquida. De esta manera, los problemas que presenta la educación latinoamericana es un reflejo de las circunstancias económicas y sociales que sufren estos países, en los cuales la carencia de oportunidades ha dado lugar a la deprivación cultural que se manifiesta en la inequidad, el desequilibrio, el subdesarrollo y la exclusión.
Así pues, en el ámbito educativo es de mencionar el esfuerzo que a nivel internacional entidades como la UNESCO y otras organizaciones no gubernamentales vienen adelantando en torno al objeto y actores del proceso de aprendizaje respecto a su protagonismo en el  desarrollo social, invitando a los Estados a generar políticas formales que propendan al fortalecimiento de sus sistemas educativos, orientándolos hacia la perspectiva de relevancia, pertinencia, equidad, eficiencia y calidad.
Lo expresado recoge las intenciones de un grueso número de investigaciones que señalan a la educación como un Derecho Fundamental, por tanto los nuevos contratos se establecen como principios que respondan a una educación para todos de carácter significativa, ello es la no exclusión por razones sociales, económicas o culturales; una educación que responda al qué y al para qué, lo anterior se manifiesta en la capacidad social e institucional y por qué no estatal para construir un ciudadano que pueda realizarse en libertad. 
Una educación que priorice en la aprehensión de lo que el informe de J. Delors ha denominado los cuatro pilares del aprendizaje, es decir, aprender a conocer, aprender a convivir, aprender a hacer y aprender a ser; se desprende entonces una ruptura con el paradigma tradicional y eminente racional y vertical por el que históricamente ha transitado el quehacer de la educación en Latinoamérica y Colombia. A renglón seguido señala el informe del PRELAC 2007 y que luego será ratificado con el del 2009, que también es necesario insistir en el fortalecimiento de la democracia y la cohesión social, implica esta afirmación el reconocimiento de las diferencias y la visibilización de los mismos como sujetos y comunidades de Derechos a quienes les compete hacer público sus presupuestos de representación para disminuir la pobreza y el atraso por el cual transita nuestra sociedad.
Por otro lado, no menos cierto, se señala que un enfoque básicamente centrado en desarrollo humano y complejo, nos invita a establecer una selección de aprendizajes; ello no es otra cosa que romper los paradigmas curriculares asignaturistas por nuevos escenarios en donde hoy  priman nuevos códigos de comprensión y comunicación, es allí donde los procesos de mediación asumen el reto con los actores de generar una transformación.
Considerando los referentes anteriores, el aula no podemos concebirla como el lugar donde se establecen como posibilidad verdades por quien imparte el discurso y este las configura en dogmas cuando de evaluar se trata y se expresa aquello que se desea escuchar como condicionamiento, en ese sentido, el consenso, el intercambio de oportunidades de aprendizaje, los saberes previos, son categorías que nos invitan con sentido a reorientar prácticas pedagógicas y validar a través de la didáctica, nuevas mediaciones que emancipen el rol protagónico de los educandos en  los canales de construcción del conocimiento, es decir se constituye en prioridad una flexibilización curricular, una aprehensión del contexto y microcontexto y romper con la homogeneidad a la diversidad, darle a cada uno las oportunidades como principio de equidad, respetarle su ritmo y buscar nuevas  opciones para repotenciar su quehacer.
Es claro que los paradigmas mentales no cambian de un día para otro, sin embargo no es gratuita que la movilización de la educación como Derecho Fundamental está en tránsito con innovaciones donde la presencia de las  neurociencias se vinculan a este quehacer, enriqueciendo escenarios  con nuevas mediaciones, así entonces, existe una preocupación estatal por fortalecer sus estándares educacionales, evidenciando a si sea a cuenta gotas que el espacio  del rol docente también ha empezado a cambiar, los reduccionismos económicos si bien no han desaparecido, no menos cierto es que la demanda se presenta en la necesidad de cualificación.
Frente a esta realidad la escuela juega un papel importante de transformación de la sociedad en la formación de mejores ciudadanos que aporten elementos de cambio a la sociedad;  es por esto que la acción que esta ejerce sobre el individuo debe ir más allá de la simple transmisión de conocimiento, de allí la importancia de la modificabilidad  que permite tocar de manera directa a los  estudiantes con el fin de adquirir un adecuado desarrollo cognitivo de manera integral, es decir, que a través de la adaptación a diversas situaciones y estímulos este pueda desarrollar su inteligencia en cualquier contexto.
La modificabilidad es posible si el docente en la escuela utiliza la mediación cognitiva como principal herramienta de trabajo, ya que esta propicia  experiencias  positivas y sinérgicas y espacios dinámicos de formación que hacen posible la interacción entre el desarrollo afectivo y cognitivo de manera significativa.
 A sí las cosas, la modificabilidad estructural cognitiva pretende finalmente que el individuo logre a través de la mediación la autonomía para modificarse a sí mismo, superando así  las dificultades cognitivas y afectivas las cuales deben traducirse en el fortalecimiento del organismo para que adquiera un desarrollo pleno.
En este sentido el desarrollo integral del individuo debe necesariamente manifestarse en su accionar en la sociedad, es decir este tiene la misión de aportar a esta, de transformarla y de responder a las exigencias de la misma, tributanto a la vez  en la mejora de la realidad latinoamericana.
Finalmente, el rol del docente debe variar, de ser un transmisor de conocimiento a un mediador del mismo y el estudiante, esto es, un docente que a partir de estrategias despierte en el estudiante el interés y ayude a potencializar las habilidades ya mencionadas. El docente debe manejar una pedagogía del acompañamiento para que pueda entender al estudiante, identificar sus necesidades y de esta manera ayudar a construir sus esquemas mentales.
La escuela debe tener como principal objetivo educar para la libertad, la autonomía, el respeto global por el otro y la creatividad. Para obtener este resultado es fundamental el dialogo, la palabra. Es en el dialogo compartido donde el maestro propone sutilmente lo nuevo al estudiante, potencia la pregunta. Las conductas y los conocimientos significativos dependen mucho de la relación del estudiante con el medio y como ser social por excelencia necesita del dialogo, la palabra, para poder tomar del otro lo que necesita y a sí mismo darse a ese otro. A sí el conocimiento sólo tiene lugar en ese espacio de relaciones, y el principal elemento mediador en el ser humano es el lenguaje.

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